viernes, 21 de agosto de 2015

Trilero

En la España de los años cincuenta, cuentan las crónicas, era frecuente encontrar por las calles españolas dos tipos de personajes. Los que se dedicaban al estraperlo y los trileros. Los dos tipos de personajes tenían un objetivo común y dos variantes. El objetivo que los unía era el de la supervivencia en aquel momento de miseria y necesidades, y las variantes eran enriquecerse mediante la necesidad, el engaño y la codicia.

Los estraperlistas se han ido recolocando y reformando a lo largo de los años. Y mejorado en el status social. Actualmente, sus modos de acción, se mueven en entornos de alto nivel y alambicada actividad económico financiera.

Los trileros siguen explotando las mismas  características sociales. Las necesidades personales y familiares, el deseo de acortar el camino, la avaricia o los destellos de ganancias fáciles. Son hábiles y eficaces. Nada por aquí, nada por allá, un movimiento rápido de manos y el garbanzo cambia de cubilete. Es el básico y funciona de forma universal. El estafado, aunque se enfade, suele perdonar al embaucador pues acaba admitiendo su torpeza por entrar al engaño. Además esta contrariedad no le impide reincidir. La capacidad de engatusar del trilero siempre es fuerte, sobre todo si cuenta con buenos cebos y adecuados triles.

Estos días estamos asistiendo al debate de los presupuestos generales del Estado que entraran en vigor en enero de 2016. Cuando ya no esté el Gobierno actual. Un presupuesto que en su estructura y dotaciones económicas es un buen trile. Contiene todas las herramientas que necesita un buen trilero para desbancar al incauto. Poca diferencia tienen con el acto de colocar una mesa de cartón en plena calle, mover las manos a la espera de juntar a varios espectadores, jalearlos con los consejos del gancho y las expectativas de conseguir algún rédito de forma fácil, para que pasen de vecinos a panolis y dejen la guinda en mano ajena. 

Partidas que crecen pero que en relación al anterior recorte este incremento es ínfimo, recortes que se ocultan en disposiciones, plazos de ejecuciones milagrosos, ingresos increíbles y por supuesto voceros de compañía que hacen de gancho. Y mucho "globo sonda". El fin es el mismo que busca el "simpático" personaje del garbanzo en el cubilete, conseguir que el ciudadano pique y entre confiado al juego. Creada la ilusión se olvida pronto el pasado.

De esta forma, emulando a Rinconete y Cortadillo, el actual gobierno busca reunir los votos en los próximos meses. Intentando que los electores defraudados, pero obnubilados ante este nuevo milagro, vuelvan a confiar su futuro en el cubilete vacío. Y que siga girando la rueda.

 


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