domingo, 7 de junio de 2015

INVENTAR LA PÓLVORA

Hace tiempo se llamaba adanistas a las personas o colectivos que, por inexperiencia, tenían el hábito de emprender alguna acción como si nadie la hubiera ejecutado anteriormente. Su nombre proviene del personaje bíblico Adán. El primer humano que tomó decisiones sin ninguna referencia, de acuerdo a la reconstrucción bíblica sobre la creación del universo.

Hoy en día se usa, con frecuencia, para señalar a los que tienen inexperiencia. Igualmente se utiliza para nombrar tanto a los que niegan conscientemente todo lo anterior a su gestión como a los que, inconscientemente, niegan éxitos y decisiones tomadas ante situaciones similares. 

A veces es el fruto de la conjunción de la soberbia, el desprecio a lo pasado y la inexperiencia. También la ignorancia puede llevar a la práctica del adanismo. En la acción política se suele espetar a aquellos que hacen ciertas expresiones desdeñosas con el pasado.

Normalmente la política es heredera de los tiempos pasados. Una simplificación argumental sobre la política nos llevaría a decir que es dar respuestas posibles a las demandas infinitas. Por lo que los gobiernos deben optar y decidir, sabiendo que los ciudadanos tienen objetivos vitales muy dinámicos y variables.

Los vecinos desde sus barrios inician sus jornadas con diferentes y distintas preocupaciones, necesidades y aspiraciones. Su individualidad y el conjunto de ellas, de por si dinámicas en el tiempo, establecen el marco en donde se debe mover la acción política de sus representantes.

Al final del día las familias, las personas, en la intimidad de sus casas tienen la capacidad de analizar su situación, sus expectativas y sus anhelos. Algunos estarán satisfechos, otros inquietos o preocupados. Dependiendo de las posibilidades de vida que su entorno le propiciaron.

De esta forma las vivencias, anhelos y sueños de los vecinos, cambiantes en cada momento vital, mueven y cambian las ciudades y a sus representantes.

Ahora que parece que el adanismo puede encontrar seguidores que busquen en esa actitud vital una herramienta para dar respuestas y hacer política, sería conveniente recomendarles un simple paseo por las ciudades, un estudio de las decisiones tomadas, una vista a las hemerotecas, para que aprendan y no desdeñen lo mucho conseguido. 

Ese recorrido, ademas de propiciar una adecuada carga de humildad, les mostrara que muchas de esas inquietudes encontraron su respuesta y son la seña de identidad de muchos alcaldes socialistas y sus gobiernos. Adán está muy bien como recreación teológica pero científicamente hace años que dejó de existir.


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