lunes, 6 de abril de 2015

NO CERREMOS LOS OJOS


Desde hace unos meses, más o menos coincidiendo con las elecciones europeas, han surgido un número, bastante considerable, de plataformas, dicen que independientes, con la idea de presentarse a las próximas elecciones municipales argumentando que son nuevos y quieren, según sus palabras, regenerar la democracia.

Han escogido diversos nombres según las ciudades o pueblos. Todos genéricos, blancos, como esas marcas blancas comerciales que no identificas de donde salen y cuando escarbas un poco encuentras datos sorprendentes y significativos. Muchas veces descubres que son segundas marcas de originales, poco demandadas, que utilizan esta fórmula para alcanzar cuotas de mercado que no alcanzarían si fuesen con su nombre original. En otras ocasiones es una manera de vender excedentes aprovechando la crisis. O una presentación “low cost” para poder seguir en el mercado.

“Ganemos”, “Somos”, "Mareas", "Puede", "Ahora por", "Unidos hacia" más el nombre de la localidad, son algunas de sus denominaciones. Todas políticamente correctas, escogidas para concurrir electoralmente. Se presentan como lo nuevo, vírgenes de la acción política o como "gente normal", no políticos dicen. Pero, casualmente, dentro de ellas anidan siglas tradicionales, y siempre derrotadas, en las contiendas electorales.

Ahora, hechas públicas sus listas y en sus puestos más relevantes, observamos a acreditados militantes de estos partidos políticos minoritarios, a personas expulsadas de sus anteriores organizaciones políticas e incluso a militantes perdedores en pugnas internas en sus partidos a los que han decidido abandonar, escasamente días antes de crearse la nueva plataforma, porque ven que esta nueva moda les puede servir de trampolín, y tener un protagonismo que les negó su organización de origen, también a nuevos actores políticos aunque de manera casi testimonial. Incluso, algunas plataformas, presentan a personas de largo recorrido político, manipulando su historial, para únicamente destacar supuestas independencias.

Duele que esto se autodefina como lo nuevo, pues siempre viene bien la presencia de diversas opciones en una contienda electoral. Entre otras muchas cosas para diferenciar entre los que tienen vocación mayoritaria y de gobierno, como es el caso del PSOE, y los minoritarios. Pero la realidad demuestra que estas plataformas son productos, maquillados, de partidos minoritarios por decisión democrática del voto, que se ponen el antifaz para que no se les reconozca. No vaya a ser que si no lo hacen así, y se les ocurre decir quiénes son y lo que representan les pase lo de siempre, que no les voten.

Aparecen plataformas, círculos, asambleas, colocadas por politólogos, tertulianos y espacios mediáticos como la salvación de nuestra democracia, en antagonismo, a lo que consideran caduco e inservible. Confundiendo los deseos con los votos, como hemos tenido ocasión de comprobar en las últimas elecciones autonómicas andaluzas.

Los electores, estoy seguro, reconocerán la diferencia entre los que se presentan diciendo quienes son, que son y que van a hacer, como lleva haciendo el PSOE desde hace 135 años, con sus aciertos y errores, y los autodenominados salvadores de la democracia. Además lo harán porque es preciso un cambio, y el PSOE es el único partido capaz de hacerlo, con seguridad, ante el PP.

Y no conviene que cerremos los ojos, los progresistas, ante los cantos de sirena, pues nos pueden dar gato por liebre. 

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