Desde hace unos meses, más o menos coincidiendo con las elecciones
europeas, han surgido un número, bastante considerable, de plataformas, dicen
que independientes, con la idea de presentarse a las próximas elecciones
municipales argumentando que son nuevos y quieren, según sus palabras,
regenerar la democracia.
Han escogido diversos nombres según las ciudades o pueblos. Todos
genéricos, blancos, como esas marcas blancas comerciales que no identificas de
donde salen y cuando escarbas un poco encuentras datos sorprendentes y
significativos. Muchas veces descubres que son segundas marcas de originales,
poco demandadas, que utilizan esta fórmula para alcanzar cuotas de mercado que
no alcanzarían si fuesen con su nombre original. En otras ocasiones es una manera
de vender excedentes aprovechando la crisis. O una presentación “low cost” para
poder seguir en el mercado.
“Ganemos”, “Somos”, "Mareas", "Puede",
"Ahora por", "Unidos hacia" más el nombre de la localidad, son
algunas de sus denominaciones. Todas políticamente correctas, escogidas para
concurrir electoralmente. Se presentan como lo nuevo, vírgenes de la acción
política o como "gente normal", no políticos dicen. Pero,
casualmente, dentro de ellas anidan siglas tradicionales, y siempre derrotadas,
en las contiendas electorales.
Ahora, hechas públicas sus listas y en sus puestos más relevantes,
observamos a acreditados militantes de estos partidos políticos minoritarios, a
personas expulsadas de sus anteriores organizaciones políticas e incluso a
militantes perdedores en pugnas internas en sus partidos a los que han decidido
abandonar, escasamente días antes de crearse la nueva plataforma, porque ven
que esta nueva moda les puede servir de trampolín, y tener un protagonismo que
les negó su organización de origen, también a nuevos actores políticos aunque
de manera casi testimonial. Incluso, algunas plataformas, presentan a personas de largo recorrido político, manipulando su historial, para únicamente destacar supuestas independencias.
Duele que esto se autodefina como lo nuevo, pues
siempre viene bien la presencia de diversas opciones en una contienda electoral.
Entre otras muchas cosas para diferenciar entre los que tienen vocación
mayoritaria y de gobierno, como es el caso del PSOE, y los minoritarios. Pero
la realidad demuestra que estas plataformas son productos, maquillados, de partidos
minoritarios por decisión democrática del voto, que se ponen el antifaz para
que no se les reconozca. No vaya a ser que si no lo hacen así, y se les ocurre
decir quiénes son y lo que representan les pase lo de siempre, que no les
voten.
Aparecen plataformas, círculos, asambleas, colocadas por
politólogos, tertulianos y espacios mediáticos como la salvación de nuestra
democracia, en antagonismo, a lo que consideran caduco e inservible. Confundiendo
los deseos con los votos, como hemos tenido ocasión de comprobar en las últimas
elecciones autonómicas andaluzas.
Los electores, estoy seguro, reconocerán la diferencia entre los
que se presentan diciendo quienes son, que son y que van a hacer, como lleva
haciendo el PSOE desde hace 135 años, con sus aciertos y errores, y los
autodenominados salvadores de la democracia. Además lo harán porque es preciso
un cambio, y el PSOE es el único partido capaz de hacerlo, con seguridad, ante
el PP.
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