jueves, 19 de marzo de 2015

La perspectiva del manco.

Es cierto que en el mundo actual las noticias que se destacan son las que se salen de lo habitual.

Quizás por que la cotidaniedad, y la obsesión por salir de esta espiral de crisis, nos lleve a rechazar, por inútil pensaran algunos, lo que sucede todos los días. Por ello es gran noticia el hallazgo, supuesto, de los restos de Miguel de Cervantes y no que su obra universal El Quijote sea una de las más importantes de la cultura universal y ademas española.

Por cierto para saber que allí estaban, como bien puso en un adecuado twiter un usuario de esta red social, solo era necesario mirar el frontispicio de la Iglesia de las Madres Trinitarias. Leer lo que estaba escrito y volver a decir al mundo que si desean acudir a donde descansan los restos del escritor español, más insigne en el mundo, deberían dirigirse a esta Iglesia de la calle, madrileña, Lope de Vega. Misión concluida.

Visto lo que han encontrado y el diagnostico realizado hubiese sido más correcto utilizar las técnicas empíricas, y algunas suposiciones. Como ocurre con la inmensa mayoría de las localizaciones de los antepasados gloriosos.

Y los miles de euros gastados en saber lo que ya sabíamos o intuíamos, pues de lo encontrado parece que poco más nos dirán, bien podía haberse destinado a otra actuación arqueológica. O mucho mejor, y no es demagogia, destinarlos a divulgar la lectura, en este caso del Quijote.

Pero vamos a disculparlo por el momento que vivimos, aquí y en cualquier otro lugar del mundo. Donde la noticia sigue siendo el niño que muerde al perro y no el perro que muerde al niño.

Pues, con toda seguridad, nunca seria noticia una campaña de lectura de nuestra obra universal y si el descubrimiento de un osario, en una capilla en cuyo frontispicio hay una inmensa inscripción que dice que allí yace enterrado el ilustre manco de Lepanto.

Por ello nos afanamos con más intensidad en publicitar estos hallazgos, que ya sabíamos empiricamente, que dedicarlos a leer el Quijote.

Si las autoridades que han financiado la investigación buscaban, como dijeron, un nuevo lugar de peregrinación hubiesen tenido parecido rédito publicitando la inscripción, rehabilitando la Iglesia y, sobre todo, haciendo un esfuerzo en potenciar y dignificar a nuestro Cervantes, y a la cultura universal que rezuma El Quijote, por el mundo adelante y por España. Actividad muy necesaria.

Pero ya no seria noticia de portada de periódico o encabezamiento en noticiario radiofónico o televisivo. Seguro.

Y lo digo porque de un tiempo a esta parte la cultura de la tecnología, la mecanización de nuestras mentes y de nuestras costumbres han ido dejando a la lectura, y la comprensión de la misma, arrinconada de las habilidades obtenidas en las etapas de maduración personal.

Por ello en un país con tan magníficos y ejemplares escritores, la lectura de sus obras son reducto de una ínfima parte de la población, a la vez que desaparecen de los hábitos culturales y escolares de nuestros niños y jóvenes con el consiguiente olvido generacional.

Posiblemente hoy, no negaré esa posibilidad, Cervantes será más conocido entre los ciudadanos por la noticia del, por ahora nonato, hallazgo que por su querido Don Quijote, Sancho y Dulcinea. Aunque nos pueda quedar la posible satisfacción, y deseo, que a partir de ello alguno tenga la intención de comprar un ejemplar, leerlo y cabalgar a lomos de Rocinante por las tierras de aquella Castilla, la de la Mancha.

Me viene de los recuerdos, gracias a estas noticias, un sobrino mío de corta edad. Ya aventuraba, hace ya bastantes años, lo que hoy es una realidad cuando ante una pregunta, acerca del contenido de un libro, me contestó raudo y decidido "sí, esa serie ya la vi en televisión. ¿Hicieron un libro sobre ella?"



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