jueves, 5 de marzo de 2015

El tiempo de las liebres en los mares.

Últimamente leer la prensa, escuchar la radio o ver la televisión se está convirtiendo en un ejercicio de militancia. De tomar partido, perdón por la expresión. De posicionarse entorno a una marea de opiniones controvertidas y explicadas en un tono, referido a la tonalidad, alto. Momentos donde quien más grita incrementa sus posibilidades para ser creído. O el que la dice más "gorda".

Cuesta seguir el hilo argumental en ocasiones. Y otras veces entender la omnipresencia del conocimiento, para un roto o un descosido. Muchas veces el hastío llega pronto ante la presencia, redundante, de los mismos o la entrada en bucle de la discusión.

Donde, con bastante frecuencia, quedamos en una situación de espasmo neuronal. Provocada por una inquietante sensación de no saber, con claridad, si es uno mismo el causante de la ininteligibilidad de lo que percibe o el emisor del vehemente y alambicado hilo argumental.

Tiempos de desasosiego social proclives para el éxito coyuntural de la verborrea de los populismos y de las pócimas mágicas.

De ungüentos y cataplasmas de similar factura a aquellas de los trileros, y los troleros, de antaño. Especímenes grandilocuentes que recorrían  nuestros pueblos con  proverbiales botellitas, llenas de un liquido esperanzador, sanadoras de todas las enfermedades. O por lo menos elevadoras del tono vital, decían.

Réplicas, como todo en la historia, de algo ya vivido pero no, por ello, menos inquietante.

Ilusiones revestidas de la modernidad de la época con el fin de vendernos el falso elixir, cuando no peligroso visto los precedentes, salvador y purificador de nuestras cuitas.

Entramos en el tiempo de las liebres, esas que cruzan los mares.

Tiempos donde los de siempre, los"rinconetes y cortadillos", se dedicaran a cazar sardinas en estos montes abonados por la crisis, ayudados y espoleados por los shares de los audiencias. Situándonos en una carretera, como aquella infinita que inmortalizó Luis Buñuel en su maravillosa película "El discreto encanto de la burguesía", que no lleva a ninguna parte.

País, paisaje y paisanaje.

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