domingo, 11 de enero de 2015

LO OBVIO

Tiempos que corren peligrosos. Matan, ya lo hacían. Pero nos sigue impactando porque la vida es lo más preciado. Pero también tenemos otras cosas que queremos conservar, por ejemplo la salud o el devenir de nuestros familiares más próximos, en una buena dirección. Son obviedades.

Pero siempre nos deja descolocado la muerte, entre otras cuestiones porque es el fin. No hay más. Por ello, ante las matanzas acaecidas estos días en París, Mali, Nigeria estamos desasosegados, preocupados, irritados.

Por muchas causas. Comprobar la capacidad que tienen algunos para sembrar el terror matando, y hacernos sufrir individual y colectivamente, o saber que no tenemos la seguridad de que no ocurrirá, vivamos donde vivamos, nos desasosiega intensamente. Es la incertidumbre.

Al igual que nos hace caer en una perplejidad paralizante, observar como un precepto obvio, por evolución de la humanidad, !no mataras! se desvanece e incluso pasa a considerarse como algo habitual en diversas zonas del planeta.

Se preguntaba Beltor Brecht, hace varias décadas, "¿Qué tiempos serán estos cuando tenemos que manifestarnos por lo obvio?". Y curiosamente aquellos augurios de una sociedad enferma hoy se acrecientan. Posiblemente por la globalidad de los acontecimientos y por la calculada acción, o quietud, de las instituciones que deberían defendernos.

Lo obvio, para algunos dirigentes, parece que se ha convertido en algo inexistente. Y sin embargo en los ciudadanos, como nunca, está propiciando que las tripas se revuelvan y demos gritos de basta ya.

No matar es tan obvio que es algo consustancial a una sociedad moderna y estructurada. Por eso tener que manifestarse ante un salvaje asesinato, como está ocurriendo estos días indica, el salvaje acto, una patología social importante. Por ello la gente sale a la calle y, además de solidarizarse, exige soluciones a quienes, actualmente, nos dirigen.

Sin embargo, aunque la muerte nos duela intensamente, no debemos quedarnos solo ahí.

Si hacemos un repaso a los últimos años, observaremos que las demandas en las manifestaciones están llenas de obviedades.

¿Acaso no lo es exigir una sanidad eficaz para todos, o que la educación tenga las inversiones necesarias para que nadie quede descolgado en el acceso a la igualdad de oportunidades?

Y seguro que estamos todos de acuerdo que es una obviedad la necesidad de gobernar para evitar la pobreza infantil en una sociedad desarrollada, o que los derechos laborales mejoren en vez de despeñarse hacia nuevas formas de esclavitud.

Tener que manifestarse, con la historia que nos precede, contra la xenofobia, el odio y la violencia asesina en pleno 2015 es síntoma significativo de una sociedad enferma, porque es obvio que su existencia tuvo y tiene terribles consecuencias para la humanidad.

Que la muerte por terrorismo sea una constante en muchas partes del mundo, en los momentos de mayor desarrollo del bienestar planetario, indica que ese desarrollo no es correcto y que la convivencia alcanzada está lejos de ser minimamente estable.

Cuando una sociedad tiene que salir a la calle para reivindicar lo obvio algo está fallando. O ¿acaso no es obvio que matar es algo terrible?

Pero también, nos desconcierta y preocupa, saber que es obvio que el estado islámico no surge de la nada, que lo están financiando naciones y que se puede parar. Y por eso también nos estamos manifestando

Y como sabemos que es igual de obvio que al dejar a los pensionistas sin actualizar sus nóminas se está apostando por un sistema de capitalización a través de los fondos de pensiones, limitar el acceso a la sanidad publica es favorecer el negocio de las aseguradoras, debilitar la asistencia a la dependencia es especular economicamente con la longevidad alcanzada o evitar que haya acceso a las medicinas precisas en el sector publico es potenciar el sector farmacéutico especulativo. Nos enfada y preocupa.

Y por todas estas cosas nos manifestamos en estos tiempos.

Por ello las palabras de Brecht acerca de los tiempos que vivimos, deberían ser grabadas a fuego en nuestras mentes para que no olvidásemos que es posible aspirar y cambiar el rumbo de la sociedad actual.

Es posible. Ya se hizo en otras épocas, cuando, también, se salia a la calle por lo obvio, hasta que dejo de serlo porque se conquistaron los objetivos. O nos machacaron. Pero esto último no lo debemos permitir.





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