Makari es una pequeña población en Africa, al norte de Camerún. Tiene aproximadamente 5.000 habitantes. Ayer hicieron que volviese a acordarme de su existencia y los muchos problemas que tenia. Fue en el recorrido en bus desde la sede de UGT, en A Coruña, hasta mi domicilio.
Venia de un encuentro con trabajadores de dos grandes empresas del sector del aluminio y de las ferroaleaciones. Trabajadores que esa mañana habían recibido la notificación de cierre de sus empresas. Cerca de 400 trabajadores en Coruña perderán su empleo, además 120 empleos de empresas auxiliares verán sus expectativas complicadas. En Avilés otros tantos.
La causa del cierre es la política energética del Gobierno del PP, una política errática y contraproducente para los intereses de los trabajadores de las empresas que consumen grandes cantidades de energía en su producción. La decisión del gobierno de liberalización de la energía, que iba a abaratar los costes, ha traído un incremento para los hogares españoles muy importante y una falta de competitividad para estas empresas.
Son empresas que se ven abocadas a subastas anuales, donde prima la decisión de un segundo y la compra de energía anual sin ninguna posibilidad de planificación plurianual,.
La consecuencia es que estas empresas no están en condiciones de planificar inversiones tecnológicas de futuro, se dedican exclusivamente a programar mantenimiento propiciando el paulatino cierre de ellas. La incapacidad de competir con esos precios de energía en este mercado globalizado y la progresiva obsolescencia de estas fábricas provocan "la tormenta perfecta".
Curiosamente Alemania para este sector, el de los grandes consumidores de energía, no tiene peajes y como consecuencia la compran más barata que en España. Ocurre lo mismo en Finlandia y Noruega que son competitivas, en el sector industrial de grandes consumidores de energía al ser sus costes energéticos menores. ¿Por qué aquí no se hace similar política energética ?
Venia meditando en ello en el bus urbano, cuando se acerco una señora y me dijo que "seguro que no la conocía pero que quería darme las gracias". Me quedé expectante pues ya van más de tres años y medio desde que deje la alcaldía, y aunque son muy frecuentes los encuentros y las palabras amables de los vecinos, siempre queda una duda de que haya podido hacer algo incorrecto y estas palabras sean el comienzo para escuchar una crítica. No fue el caso.
Es más, su conversación me permitió bajar de mis pensamientos sobre los grandes y complejos problemas que acababa de escuchar a estos trabajadores, a situaciones que no le damos importancia por la vorágine de la vida y los conflictos, pero que la tienen y grande.
Me recordó, con gratitud, la ayuda que, desde el Ayuntamiento de A Coruña, financiamos para llevar a cabo un proyecto de suministro de agua potable en Makari, Camerún, población sin corriente eléctrica. Fue un proyecto que consistió en construir un pozo de agua moderno, aprovechando la energía solar como fuente de alimentación para su funcionamiento. Está al lado de la escuela que da servicio a los centenares de niños que viven en esta zona del norte de Camerún. Gracias a ello cerca de cinco mil personas tienen agua potable.
Cuando bajamos del bus y nos despedimos quedé pensando en la relatividad de los problemas y las decisiones que tomamos. Lo que nos agobia, por la cercanía, y lo que a veces olvidamos porque sucede a miles de kilómetros. Y me acorde de la escuela infantil que construimos en Senegal, le llaman "Escuela Coruña" o el proyecto sanitario que desarrollamos en Perú para ayudar, preventivamente y con tratamiento, a las personas con hemofilia.
Y también me acorde del recorte brutal que el Gobierno de Rajoy ha dado a la cooperación y que hemos tenido la ocasión de ver con toda su crudeza, ante la tragedia del Ebola, las consecuencias.
Hacer política hoy en día es complicado. El deterioro social, la falta de credibilidad, las sospechas, la desconfianza en el político y en la política no ayudan. Pero también la complejidad de los problemas y las soluciones que se unen a las demandas constantes, algunas acuciantes, de los ciudadanos no lo ponen fácil.
Los progresistas, tenemos una oportunidad que no debemos dejar escapar, solucionar con medidas seguras, modernas y solidarias los problemas que ocurren en nuestro entorno pero no olvidar que vivimos en un mundo global en donde todo se interrelaciona.
Tren que no debemos dejar escapar, porque cuanto más pase el tiempo, con la derecha gobernando, más difícil será recomponer nuestra sociedad del bienestar. Y porque no solo hay otras políticas posibles, sino que son más necesarias que nunca.
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