He escuchado las ultimas palabras del Presidente Rajoy en una convención empresarial. "La crisis es historia". "En los bares y en los restaurantes hay más alegría". Lo ha lanzado, por las fechas, cual mensaje navideño y con un tono especialmente grandilocuente. Creo que ha ofendido a muchos compatriotas.
Si. A millones de españoles estas palabras les habrá recordado al sonido de un cachete: !plas! Parecido a escuchar "idiota no te das cuenta que ya todo pasó". Como si los culpables de la crisis fueran los 3,8 millones de personas en paro que no tienen protección, o los hogares, más de un millón setecientos mil, que tienen todos sus miembros en paro, o los cientos de miles de jóvenes que se han ido del país.
Lo dice, además, coincidiendo con los últimos datos recogidos en el balance conocido, desde que ganó las elecciones hace tres años. Un balance donde las sombras son más alargadas que las luces. Lo proclama en el momento en que los datos indican que la deuda ha llegado a máximos históricos, cuando estamos técnicamente en deflación y cuando los informes de las ONG, más importantes, indican que 1 de cada 5 españoles viven en riesgo de pobreza.
Más desigualdad, no hay ningún informe que sostenga lo contrario. Menos cohesión social, hasta las más optimistas estadísticas lo reconocen. Más problemas políticos, incluso los sectores más moderados políticamente del país muestran su preocupación ante el inmovilismo y la ausencia de respuestas del señor Rajoy. Son las características del balance de estos tres años, y nos dice que la crisis ya es historia. !Y nosotros sin darnos cuenta!
Un escenario que se completa en su "atrezzo" con la caída de los afiliados a la seguridad social, el aumento de la pobreza, la deuda disparada, los salarios cayendo inexorablemente y menos horas trabajadas anualmente por ocupado.
Una situación social que se puede describir como la tormenta perfecta.
Por ello las palabras del Presidente no se pueden tomar más que con un sentido de acritud. Parece que el Presidente Rajoy, además de perder el norte, está decidido a echarnos en cara, a la inmensa mayoría, que la culpa es que no digamos más que amen a lo hecho. Que los responsables de la situación económica y social son los españoles que dicen la realidad de lo que pasa y no del Gobierno que, con sus decisiones, nos ha precipitado hacia el abismo en que estamos.
Resumiendo, con acritud, que no somos patriotas. Es el discurso que nos espera de aquí a las elecciones.
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