viernes, 19 de septiembre de 2014

NO y definitivo

El jueves a las once, a la hora del cierre de los colegios electorales en Escocia, sin conocer ningún sondeo o dato escribí en mi twiter que hoy reflexionaría sobre la palabra No. No era porque tenga dotes de adivino.O conocimiento que me elevara por encima de esa sensación que nos daban, los medios españoles, de que la secesión de Escocia era algo a punto de consumarse. Lo hacia por dos cosas, la significación de una palabra negativa que en este caso era de positividad y futuro, y la reflexión a la que me llevó, días antes,el brillante discurso de Gordon Brown defendiendo la postura del colectivo "Better Together".

Se suele trasladar siempre que los que se acojen al NO, para expresar su opinión ,trasladan pesimismo, espíritu escaso y actitud poco colaboradora. Y en este referéndum, como en el de Quebec o en el de Chile, han sido lo contrario.

Frente al SI del rupturismo  y a los que que ensalzan, y se empeñan que a pesar de los años las cosas deben quedar tal como están. Surgió otra corriente. Valiente y ajustada a los nuevos tiempos. Una tercera vía. La del acuerdo para saber lo que piensan los ciudadanos, dentro de la ley, y acompañada, también, de una decisión: decir que NO, defenderlo con argumentos, explicarlo y hacer política. Por eso ganó el NO.

Por eso los ciudadanos respondieron con una decisión que cambiará, para mejorarlas, sus vidas con más autonomía, más autogobierno conjuntado con la fortaleza de vivir, y tener la fuerza, en una gran nación. Combinar con inteligencia la dualidad de preservar sus peculiaridades dentro de un todo. Con la sapiencia de que juntos, siempre, se alcanzan mejores cotas de bienestar. De esta forma la negatividad emotiva de la palabra NO, se ha convertido en el mayor exponente de la positividad.

Y el discurso de Gordon Brown, magistral explicando la verdad frente a las ilusiones y leyendas en las que siempre el independentismo se mueve. Por cierto, un  paréntesis para hablar de España, hace unos días se celebraba en Cataluña el 300 aniversario de una derrota-victoria, reconvertida en leyenda por los independentistas  al envolverla en una lucha de la nación catalana frente al imperialismo español, cuando la realidad y un somero rigor histórico, demuestra que fue una guerra por el poder entre dos dinastías, la borbónica y la austracista, es decir no de un pueblo contra otro. La caída de los Habsburgo al quedar sin descendencia propició la pugna de los austracistas, mayoritarios en Aragón, frente a los borbónicos por detentar el poder....en España. Ese es el origen de la celebración.

Cierro este paréntesis para volver a Gordon Brown. Un discurso plagado de verdades y realidades. Un relato de las metas conseguidas juntos, los avatares transcurridos juntos, los malos momentos vividos juntos y las nuevas metas más fáciles de conseguir y alcanzar juntos. Los espíritus y almas, los sentimientos y las convivencias, las diferencias y las coincidencias fruto de una historia que demuestra que juntos son un gran país, son mejores, tienen un futuro mejor, más certero.

Ayer en Escocia dieron la razón a nuestra propuesta. La necesidad de reformar la Constitución para dar respuesta a los problemas y realidades del siglo XXI que proponemos. Y hacerlo en consenso, juntos, como en 1978.  Respuestas a las nuevas formas de familia, a los nuevos derechos, a la especificidad de nuestras comunidades y nacionalidades, a un mayor autogobierno, a garantizar la vivienda, a establecer como fundamentales los derechos sociales... Para hacer las cosas siempre desde la ley, sin inmovilismos, y sin retos que no tienen más alcance que la grandilocuencia de las palabras y la frustración de las personas.

La democracia siempre da lecciones.

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