miércoles, 28 de mayo de 2014

POR EL CAMBIO

Las ciencias adelantan que son una barbaridad. No es una frase que nazca del resultado electoral del pasado domingo. Es de 1894 y está en el diálogo de la zarzuela " La verbena de la Paloma" puesto en boca del personaje Don Hilarión.

Siempre todas las generaciones se encuentran ante situaciones de perplejidad, inicial, que lleva a exclamaciones de similares significados. "!esta sociedad no hay quien la entienda!". "!los jóvenes no entienden!" " !estos cambios no se a donde nos van a llevar!" "!yo para esto ya no estoy!". Pero es verdad que la realidad cada vez muda más intensamente y es imposible mantenerse estáticos en la respuesta. Incluso para los que añoran el "status quo". Quien lo pretenda se quedará obsoleto.

Normalmente cuando se "vive en Babia" esto sucede sin darse cuenta, me refiero a lo de la obsolescencia. Hasta que de bruces se reencuentra con la realidad y ya no hay más remedio.

Estos tiempos están aquí. Como lo estuvieron en otros momentos de nuestra historia.

Los tiempos no solo cambian una barbaridad, permitiéndome una licencia del famoso diálogo. También las estructuras sociales que están establecidas mudan que es una barbaridad.  No llega que nos acompasemos a estos tiempos cambiantes. Es preciso que, los que siempre propiciamos reformas y avances, seamos los primeros en darnos cuenta de esas nuevas realidades que emergen y tomemos decisiones. Incluso arriesgadas.

Es más, seamos los que las impulsemos. Porque tengamos las antenas bien sintonizadas, en contacto con la realidad  y detectando al instante que de lo pasado solo debe quedar la nostalgia, para hacer los cambios que nos permita seguir ganando el futuro y se útiles a la sociedad española. Lo contrario será dejar el camino expedito a que otras estructuras, otros colectivos enarbolen las banderas del cambio tan necesarias en nuestro país.

Hablando de Europa, por la proximidad de las elecciones pasadas, el debate no está entre europeistas y antieuropeistas. El nudo gordiano a desenrrollar radica en como damos canalización a los anhelos, deseos, preocupaciones y decisiones de los ciudadanos.

Es cierto que los ciudadanos, a pesar de querer ser europeos y estar contentos de vivir  en Europa, la ven lejana, insensible, distante y fría. Y por ello existe esa corriente de desafección . ! Cómo no van a recelar de unas instituciones que han llevado a millones de personas a la desesperación, el paro , la pobreza!. !Cómo no van a rebelarse contra estructuras caducas, impermeables y cerradas que han perdido el norte de esa Europa social y de derechos que con ilusión alcanzamos en la década de los noventa!.

De la misma forma que la Europa de los ochenta y noventa supo hacer la cosas correctamente y supuso la mayor tansformación social  de Europa y, por consiguiente, de España en modernización cultural, económica, de infraestructuras o las inversiones sociales o educativas. La Europa del siglo XXI fracasó en definir y aplicar una Europa de derechos, de más igualdad, de cohesión y solidaridad. Y eso es lo que está, como una losa ingente, bloqueando los deseos de una gran parte de la población.

Somos más ciudadanos europeos que hace una década. Todos los países quieren formar parte del club denominado Unión Europea. Y  sin embargo estamos en una crisis de gran intensidad identitaria. Hay una razón muy concreta, está en  los que la dirigieron y en los países que la dominaron ofuscados en cerrarla, llenarla de directivas inentendibles, anecdóticas, políticas de bandazos gestionadas por lideres de escaso peso y decisión que pensaron lo contrario a lo que Don Hilarión cantaba allá por 1894, que el status quo era inamovible.

Se afanaron con tanta intensidad en establecer una doctrina  fiscal y monetaria suicida para los intereses de los ciudadanos en general, provocando el resultado que hoy tenemos a la vista, El electoral es circunstancial lo preocupante es el drama social y el desconcierto europeo.

De la misma forma que los avances tecnológicos, sociales, económicos, han democratizado al máximo la información de la sociedad,  las instituciones y sus instrumentos de canalización social también tienen que apresurase a cambiar.

Por ejemplo los partidos políticos, estos deben ser consecuentes con las ansias de los ciudadanos por establecer una sociedad de mayor proximidad, participación, corresponsabilidad. Por ello tienen el deber de introducir en sus formas de gobernanza, estructuras y de gestión las mismas maneras que los ciudadanos tienen en sus relaciones diarias.

Ciudadanos cada vez más exigentes porque el camino recorrido les ha propiciado derechos, educación y conquistas sociales, y es buena esa exigencia. Ciudadanos que no quieren perder la capacidad de afrontar su futuro con unas garantías de seguridad propias de una sociedad moderna, pero que también exigen que sus gobiernos y su representantes luchen para mejorarlas y no empeorarlas.

Si nos vanagloriamos de ser el partido que más se parece a la sociedad española los cambios deberán ser rápidos e intensos porque así han sido los de la sociedad. Si no lo hacemos será simplemente un rancio e inútil eslogan publicitario. Y lo peor, dejaremos de ser útiles para España

O cambiamos y no nos quedamos, solo, con la copla que escuchamos lo que dicen los ciudadanos, sino que lo aplicamos no languideceremos y no emergerán nuevas formas de participación, nuevos partidos, nuevas estructuras, pues nosotros seguiremos siendo la vanguardia. Y si  los tiempos, como la ciencia, cambian que son una barbaridad como decía Don Hilarion, nos encontraran a nosotros con el pie en buena dirección.

 Al loro.

1 comentario:

  1. Felicidades Javier por compartir con nosotros esta lúcida y acertada reflexión.

    Y gracias por dar este empujón al cambio político del partido que hemos sentido más próximo a los intereses de los ciudadanos, el socialista. Cambio que debe ocurrir, como señalas, rápido e intenso y tal como la sociedad lo exige y lo hace cada día para adaptarse y sobrevivir.

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