sábado, 5 de abril de 2014

UNA SOCIEDAD ANESTESIADA



¿Pueden dejar estas imágenes a alguien indiferente?. ¿Estamos tan insensibles que no provocan en nosotros ninguna reacción?. Los que nos dedicamos a la práctica de la anestesiología nos referimos con el término anestesiado, a una persona que está en condiciones optimas para soportar y no reaccionar ante situaciones que son dolorosas o incomodas por ser operado, tratado o diagnosticado. En términos coloquiales lo usa la sociedad para definir un estado de inanición y falta de respuesta. La primera definición es buena y ha sido uno de los avances científicos más importantes de la medicina, aliviar, evitar el dolor y el disconfort. La segunda acepción relata una sociedad con graves problemas de estabilidad social y emocional.

Por ello las últimas informaciones sobre el intento de paso a nuestro país de inmigrantes africanos, debería llevarnos a plantear el debate sobre nuestra responsabilidad ante las situaciones dramáticas que viven otros seres humanos en sus lugares de nacimiento. Muchas de ellas inducidas o provocadas por acciones de los países desarrollados en el pasado.

Seria beneficioso evitar la simpleza del análisis al considerarlo, únicamente, un  problema de orden público y transfronterizo. Estaríamos practicando la técnica de la avestruz si quedase ahí nuestro análisis.

Son necesarias dos tipos de actuaciones. Es preciso atender de forma legal, solidaria y humanitaria a las personas que llegan en estas condiciones a nuestros territorios. Pero con la misma determinación apostar por medidas que confluyan en acciones tendentes a estabilizar y favorecer el crecimiento económico y social de los países originarios.

La historia esta ahí y las naciones desarrolladas nunca podrán hacer desaparecer la deuda, y por consiguiente, el compromiso histórico que tienen con este continente.

Africa sufrió  procesos de colonización y sufre en la actualidad un nuevo colonialismo económico que impide su desarrollo de forma eficiente y cohesionado. Han sido, y son en la actualidad, esquilmados de sus fuentes de riqueza por los mismos países que hoy ponen  las máximas trabas a los que deciden encontrar un futuro a sus vidas huyendo de su países de nacimiento. A la vez que generan un estado de confusión en la sociedad alentando el alarmismo.

Para que tengamos una idea de lo que supone esta "avalancha", los últimos datos oficiales indican que los inmigrantes que intentaron franquear las vallas fronterizas han sido, aproximadamente, nueve mil. !Nueve mil en tres años!.

Convertirlo exclusivamente en un problema de orden público y en un peligro potencial para nuestra estructura social nos lleva a un mal diagnóstico y a fracasar con el tratamiento elegido. Y, de paso, retrasar la solución. !Qué no es fácil!

Pero el problema no queda circunscrito a unos kilómetros de frontera, en Europa se producen declaraciones cada vez más insolidarias y excluyentes, emergen grupos xenófobos con total y absoluta indiferencia del resto de la sociedad  y se deja crear y expandir un caldo de cultivo muy peligroso acerca de ciudadanos de primera o de segunda. Incluso en sociedades donde ya hay terceras generaciones desde los primeros inmigrantes.

Da la sensación que la globalización solo es buena para el capital y el dinero y mala para las personas.

En la foto que acompaña este post vemos a personas. Estamos hablando de seres humanos que, pérdida toda esperanza de vivir con dignidad en sus países o huyendo de incontables guerras y hambrunas, afrontan un peligroso e incierto camino en su intento de vivir en una sociedad donde puedan conseguir comida y un techo donde dormir producto de su trabajo. Y puedan hacerlo también sus hijos. Como lo hicieron hace años muchos de nuestros familiares.

Algo nos pasa como sociedad cuando solo lo analizamos y discutimos desde un punto de vista de orden publico, más allá que esta crisis nos tenga anestesiados y nos impida reaccionar con cordura.



No hay comentarios:

Publicar un comentario