Me refiero a la pasión con la que se mueven últimamente los opinadores "objetivos" para desprestigiar la capacidad de los ciudadanos de depositar su voto de forma mayoritaria. La pasión que le ponen para defender sus intereses disfrazados de teorías modernas acerca de la nueva composición sociológica, y por ende política, de la sociedad. Apasionados y decididos a crear una corriente de opinión para que la estabilidad en la vida política desaparezca y nazca un nuevo orden producto de la multiplicidad de formaciones.
En ello abundan últimamente los pensadores de un nuevo orden político y social. El núcleo de sus disertaciones es el necesario fin del bipartidismo. De esa forma, dicen, se solucionaría la crisis y se regeneraría la democracia pues, según ellos, los culpables de su existencia son los partidos políticos mayoritarios.
Lo hacen con pasión para lograr que sus fundamentos, ante la carencia de argumentos, se hagan más sólidos. Y de paso más creíbles.
Son los mismos que cuando se convocan elecciones apelan a que es preciso un gobierno fuerte, y cuando no se obtiene una victoria franca nos dicen que hay inestabilidad política y es malo para la sociedad..
Porque si hay algo que está claro en la situación que vivimos, es que la volatilidad de las ideas va en proporción directa exponencial a la falta de conocimientos para sortear rápidamente esta crisis económica.
Por ello, será muy necesaria esta disposición emocional para explicar a la sociedad la urgencia de otra política mayoritaria que permita tomar decisiones más solidarias. No vaya a ser que nos amilanemos y, por considerar que vamos a contracorriente en afirmaciones de estos nuevos " gurus " de la sociedad, le facilitemos el camino a los adversarios.
Así,pues, pasión y argumentos para defender nuestras ideas. No solo porque son necesarias sino porque son mejores.
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