lunes, 3 de junio de 2013

¿QUIEN DESEA UNA SOCIEDAD SIN PARTIDOS?

Los poderosos, los que no quieren que sus ideas se contrasten, los que no tienen vocación de gobernar, los que las decisiones colectivas no les importan, los que quieren influir sin pasar por las urnas... y podría seguir enumerando. Son los que alientan una sociedad sin partidos políticos fuertes y sin sistemas electorales que posibiliten gobiernos estables.

No se escapa a la realidad que todo tipo dirigentes políticos ya sean de izquierda, derecha, centro, extrema izquierda, extrema derecha o nacionalista, a los que les ha tocado estar en el gobierno, al inicio o estos momentos, no han acertado en combatir esta crisis mundial. Ningún partido ni corriente ideológica en el mundo ha quedado al margen de la ineficacia en combatirla.

 Ello permite que a rebufo de esta crisis intensa y mal gestionada, aparezcan corrientes de opinión que pontifican por una nueva era en las relaciones entre los ciudadanos y los instrumentos de gestión, sin intermediarios elegidos de forma estructurada.

Corrientes de opinión que, incluso, exponen abiertamente que los sistemas electorales que determinen mayorías débiles y amplias representaciones son beneficiosos socialmente, como garantía de no subvertir lo votado en urna. Serian, cual pócima magistral, el fármaco milagroso que curaría a esta sociedad enferma, lease en crisis..

Otros incluso plantean un paso mas. La crisis institucional de las actuales democracias, solo se curaría con el establecimiento de la denominada democracia directa y continua. Con la implantación de constantes referéndum que aprobarían, definitivamente, las decisiones gubernamentales.

Estas opiniones dejan caer como lluvia persistente, y que cala en situaciones de crisis, que los sistemas de gobierno basados en resultados electorales donde se elige a un partido son en si malignos y que la mejor forma de curar la gobernanza es debilitar a los partidos políticos y potenciar a la sociedad, en concepto abstracto....., dando a entender, de paso, que una cosa es la sociedad y otra cosa los partidos políticos.

Confundiendo mecanismos electorales, como son los instrumentales de proximidad, representación, mayorías, minorías, proporcionales, mayoritarios, listas abiertas, etc, con la necesidad de estructuración de la gobernanza.

Una mirada hacia el siglo XX nos ilustraría en que terminaron estas ideas a lo largo del mundo. Pero ello es obviado en el debate, peligrosamente, ante la catarsis buscada por una crisis de las dimensiones que afecta a multitud de países, a pesar de la aparición de ejemplos que una vez ocurrridos nos sorprenden...y preocupan.

Es cierto que los avances sociales se producen normalmente dentro de la lógica temporal de los cambios y en otras ocasiones en relación a momentos excepcionales.

Los que desean que se produzca esto ultimo, necesitan magnificar las ineficiencias de los sistemas sociales, electorales y de gobierno de las democracias establecidas. En ello encuentran aliados, normalmente los que también sufren el desconcierto por sus limitaciones al gestionar lo diario o no avistar, con claridad, los cambios que el futuro traerá. Establecen la necesidad de un cambio cual vuelta de calcetin, pues piensan que el ciclo actual ha finiquitado.

Otros consideran que los cambios profundos y los nuevos retos son de gran envergadura, pero que la sociedad está en condiciones de afrontarlos. Para posibilitarlos apuestan por la vía del regeneracionismo, de la evolución de sus proyectos, por las aportaciones mas exitosas ya realizadas en otras zonas mundiales. Por adecuarse de forma tranquila a las nuevas exigencias de la sociedad. Pueden hacerlo porque siguen teniendo solidas bases ideológicas que siempre han sabido acomodarse a los cambios sociales. Y de forma exitosa.

Es correcto afirmar que estos debates están en relación con la sempiterna lucha entre estos dos modelos. Situación que siempre ha ocurrido y que las circunstancias actuales los incrementa y acelera.

Volviendo a los partidos políticos, nadie duda que deben modernizarse acorde lo hace la sociedad, pero es igual de cierto que lo llevan haciendo de forma ininterrumpida en todo el mundo.

No sería correcto admitir que el funcionamiento de los partidos es el mismo ahora que hace años, porque no sería verdad, han cambiado y mucho. Lo mismo ocurre con el funcionamiento de los gobiernos y su control por la sociedad, cada vez mejor y mas intenso. Solo basta echar la vista atrás una o dos décadas. Cualquier país democrático se puede poner como ejemplo.

 ¿ Qué es preciso mas rapidez y mas intensidad en los cambios ante la velocidad de las nuevas necesidades sociales?. Por supuesto. Pero ello no invalida las transformaciones que los partidos han hecho en sus estructuras. Ni tampoco invalida los avances en las formas de gestión de los gobiernos democráticos a lo largo de los años.

Ni  esta crisis, ni ninguna otra, invalida la rotunda afirmación que no existe otro sistema más perfecto que el que se basa en el voto individual, igual y secreto como eje de las decisiones colectivas.

Por eso cuando analizamos, en el contexto actual, como debemos articularnos como sociedad, deberíamos tener una amplia visión y menos negatividad ante las estructuras políticas y sociales que, a pesar de la crisis y sus errores, han transformado el mundo.

Los cambios pueden ser rápidos, lentos, explosivos o expansivos, lo importante es que sirvan para subir un peldaño mas en cotas de bienestar y democracia. Y ahí siempre estarán los partidos políticos, instrumento de los que solo tienen un arma y una fuerza: su voto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario