miércoles, 16 de octubre de 2013

SIN ALMA

Estamos, aún, en una profunda crisis económica propiciada, fundamentalmente, por una desregulación financiera que llevó a una utilización, arriesgada y sin escrúpulos, de las figuras financieras y crediticias de alto riesgo. Sus debilidades pasaron de los libros contables a la realidad y las consecuencias las sufren las familias de la mayoría de los países. 

Ante esta crisis las decisiones de los gobiernos han variado de acuerdo a sus ideologías.

En España esta crisis mundial le tocó en su inicio gestionarla al Partido Socialista.Se tomó una decisión clara ante sus iniciales efectos: evitar el mayor sufrimiento protegiendo a los más débiles y blindar las partidas destinadas al mantenimiento del estado de bienestar. 

En las elecciones del 2011 los españoles decidieron, democraticamente, que el Partido Popular era el partido más adecuado para combatirla. Junto a sus promesas de creación de empleo y mantenimiento de los servicios públicos, luego no cumplidas, exhibieron una tarjeta de visita donde ponían que ellos sabían solucionar las crisis económicas. Presumían de ello.  

Los resultados parece que dicen otra cosa. El mito se les cae. La deuda alcanza el máximo histórico, cerca del 100% del PIB, el paro llega al 26%, los servicios que garantizan la solidaridad y la igualdad cada vez mas limitados y los impuestos suben indiscriminadamente.  Como consecuencia el índice de pobreza avanza, las prestaciones se limitan, se tienen que repagar servicios básicos y las medidas que garantizan la igualdad para progresar, fundamentalmente las educativas, se recortan ostensiblemente. Los salarios caen y las familias tienen cada día mas dificultades para llegar a fin de mes.

Ante esta situación presenta unos presupuestos para el año 2014 que inciden, con una profunda carga ideológica, en la desigualdad, acrecientan la pobreza y no consiguen reducir el paro. 

Presupuestos que mantienen la subida de impuestos, incrementan una vez más el IVA para productos sanitarios de primera necesidad, bajan  la cuantía de las becas y eliminan la inversión pública como factor corrector y básico para el crecimiento.

Conocedores que esta situación les provoca daños electorales se apresuran a anunciar medidas que, dicen, salvaran la economías de los más débiles, que aliviaran los repagos farmaceúticos, sanitarios, educativos, la ausencia de becas o de ayudas a la dependencia. 

Intentan por la vía semántica alterar la realidad.

Una de ellas la presentó ayer el Presidente de la Xunta de Galicia, del Partido Popular, en el debate del estado de la autonomía gallega. Una disminución del porcentaje, en el tramo autonómico, del impuesto IRPF a las rentas por debajo de 17.700 euros al año. La medida, presentada como la más importante del debate, significaría un ahorro para los contribuyentes, que ganen menos de 17.700 euros al año, de 7,5 Euros al mes.

Pero, previamente, había decidido colocar la trampa. El Presidente  de la Xunta impuso, días antes, una subida en el impuesto de carburantes. Subida que supondrá un coste, cada vez que los ciudadanos llenen el depósito de su automóvil, superior a la cifra de la rebaja, limitada, del IRPF. Un ingreso, para la Xunta, superior a lo que supondrá esa rebaja, en el IRPF,  para las personas que ganen menos de 17.700 euros al año. Rebajan por un lado, un poquito, y suben, mucho, por otro. 

Y así, mediante la palabra, nos siguen confundiendo....  

Lo que decía, sin alma.




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