Es la palabra que sale al leer las últimas encuestas. Un país deprimido por la acción del Gobierno. Un país que confió en un Presidente y un Gobierno que rompió todas las reglas que se le pide a un gobernante: capacidad, certeza, cumplimiento dentro de unos limites del programa, verdades y preocupación por los mas débiles.
Cuando el país necesita lo contrario de lo sucedido en estos quince meses.
Por eso las encuestas envuelven a toda la sociedad y afectan a todos los partidos y sectores sociales en la nube de la depresión colectiva. Cuando un Gobierno con mayoría absoluta y gobernando en casi todas las comunidades autónomas y ayuntamientos entra en barrena, se lleva a todos por delante. Abarcan tanto, que a la ciudadanía le cuesta diferenciar y además agota la paciencia. Sumerge a toda la sociedad en un pesimismo galopante...
Hay quien se mueve por los extremos y en estas fotos preelectorales salen mejor definidos, incluso los medios los alientan. Pero ¿generan confianza para gobernar?.
También puede pensar el Gobierno, que los ínfimos avances que pueda tener en el 2015 serán vistos como pasos de gigante si se relata una situación tan caótica y mala en la actualidad.
Los datos de estas estrategias que se ven por Europa muestran un avance peligroso del populismo demagógico. Que aunque sea vista como estrategia rentable para el actual partido del Gobierno, pues siempre puede encontrar socios parlamentario de ideología conservadora que apuntalen su gobierno, supone un retroceso en democracia y equidad. A la vista está en Europa en las ultimas elecciones.
Ante esta situación lo necesario para el país es un partido progresista fuerte y referente, de amplia base social y decisiones comprometidas. Un partido de Gobierno y regeneracionista como es el PSOE.
Conscientes que los ciudadanos lo sabrán valorar.
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