Suena bien la frase.
Es una frase que se puede llevar hacia el infinito, trasladarlo del deseo personal al derecho colectivo o viceversa, o refutar todas las normas basándonos en que el principio que nos mueve es el de la libertad a decidir e incluso a decidir si cumplimos las normas colectivas accediéndo a tan generosa expresión.
Es, incluso, difícil sustentar lo contrario cuando hablamos de las cosas cotidianas como educación, sanidad, política, consumo....so pena, incluso, de que quienes lo pongan en cuestión sean tachados de intransigentes.
Sin embargo muchos son los matices que se pueden colgar alrededor de esta expresión, algunos por defecto y otros por exceso, incluso vemos, extrapolándolo, a los diferentes territorios que forman el planeta tierra ejemplos acerca de la utilización de esa supuesta potestad de una parte sobre el todo y las diferentes decisiones.
Es cierto que hay países que, con dificultades de cohesión territorial o por su estructura territorial, acuden con gran frecuencia al sistema de referéndum para legitimar las decisiones de sus electos, y así reforzar o tener cuerpo doctrinal su negativa o positiva decisión. Una forma, como otra cualquiera, de llevar a cabo ese derecho a decidir. Suele ocurrir en países de corte confederal.
También ocurre con frecuencia en países sin tradición histórica como Nación que se confederan para darle unidad administrativa a su territorio unidad. El referéndum les permite cohesionarse ante decisiones controvertidas.
Trasladar ese supuesto derecho a otras cuestiones, creo, es algo más complicado.
Si hablamos de nuevas Naciones en la UE, por ejemplo.
No es el ejercicio del derecho a decidir el que propicio la aparición, en tiempo reciente, de nuevos países en la UE, si no el producto de la recomposición histórica de la estructura de Europa. Una Europa alterada a lo largo del siglo XX por la política de bloques y movimientos de fronteras determinados por los acuerdos posteriores a las dos guerras mundiales, aunque haya tardado demasiados lustros en suceder. Situaciones similares estamos viendo en Oriente Medio y algunas zonas asiáticas.
O si hablamos en general. Se pueden suscitar múltiples preguntas.
Por ejemplo, a la gran pregunta: ¿Quien puede negar el derecho a decidir?, realizada con gran solemnidad, ¿alguien podría negarse? Seguro que nadie.
Y si a esa pregunta le añadimos subordinadas, ¿ no empezarían las dudas?. Seguro que también
Sigamos avanzando.
No sería prudente reconocer que una sociedad justa, estructurada necesita unas reglas de juego que propicie que todos puedan estar en las mismas condiciones de elegir y que otros no decidan por él. Y como consecuencia el derecho a decidir deba regularse colectivamente, cuestión que en democracia se llama Constitución y leyes.
Incluso parece lógico que este concepto " a decidir", tan generalista, debería ser objeto de la decisión del todo y no de la parte, haciendo posible integrar todas las sensibilidades personales y colectivas. Aunque seguro que habrá constitucionalistas que pongan matices a esta opinión
Para avanzar en el debate, una serie de preguntas al hilo de la famosa expresión.
¿Sería coherente que solo puedan acceder a él los que invocan un supuesto natural derecho a ello, ya sean personas o territorios?.o ¿No entraría dentro de la lógica que todos tengan acceso a ese derecho común a decidir?
¿Estaríamos de acuerdo que si admitimos diferencias para usar ese precepto no seria poner a unos por encima de otros en cuanto legitimidad o derechos?. o ¿Asumiríamos con naturalidad que unos tienen mas derechos que otros por cuna, origen, desarrollo o clase?
Y ya bajando a algo mas concreto, que tiene ocupados a algunos, y alejandome de toda visceralidad una matización para entenderlo en el contexto diplomático e internacional. En la legitimidad internacional el ejercicio del derecho a decidir como forma de resolución de conflictos en los países se aquilata mucho.
Así la doctrina de la ONU, en torno a la voluntad de las personas que viven en un territorio y su derecho a decidir se concreta, únicamente, en los procesos de descolonización. ¿Es España un país confederado en torno a colonias o un Estado Constitucional formado por nacionalidades históricas y comunidades autónomas dentro de la indisoluble unidad de la Nación según lo aprobado por el voto mayoritario, en referéndum, de todos los españoles?.
Como se ve múltiples interrogantes que es curioso salten en medio del verdadero y único objetivo que debemos tener como sociedad que es salir de la crisis sin dejar a nadie a su suerte.
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